viernes, junio 13, 2014

Mi nuevo Proyecto




Es un placer compartir con vosotros mi nuevo proyecto fotográfico. Mi intención es que me sirva como crecimiento profesional como fotógrafo, y a la vez descubra los secretos mas ocultos de mi ciudad,por que Sevilla es la gran protagonista.

Creo que como viajeros os será de gran interés para planificar futuras visitas.

Espero que lo acojáis con el mismo cariño que Un Lugar en el Mundo, y que le deis difusión entre vuestros contactos que pensáis que puedan estar interesados.

Un abrazo viajeros. 

miércoles, junio 04, 2014

El Dublín de Joyce

Este día, que Joyce eligió porque el 16 de junio de 1904 tuvo su primera cita con Nora Barnacle, la que años después sería su mujer y madre de sus hijos, se seguirán los ritos que página tras página Leopold Bloom vive en la novela: comenzar el día con un baño en la playa de Forty Foot y visitar la Martello Tower, donde comienza la novela, hoy convertida en uno de los varios museos dedicados a Joyce, tomar un borgoña y un sandwich de Gorgonzola en el pub Davy Byrne en Duke Street, tal y como hizo Bloom o tomar una pinta en Ormond Quay. Todo, como en la novela, desde las 8 de la mañana hasta la madrugada del día siguiente. Claro que el tiempo transcurrido desde la Irlanda de principios de siglo XX hasta la actualidad hace imposible seguir una ruta exacta a la planteada en el Ulises. Por ejemplo, uno de los lugares emblemáticos del personaje de Bloom, su propia casa, en el 7 de Eccles Street de Dublín, ya no existe. De otras zonas de la ciudad, como el distrito rojo o “Nighttown”, sólo queda un leve recuerdo.

Leopold Bloom recorrió 29 kilómetros a pie y, buena parte de ellos, están descritos en la obra con gran lujo de detalles. El capítulo inicial de Ulises tiene lugar en la localidad de Sandycove, por lo que el visitante puede comenzar la jornada en el Museo James Joyce, en la Torre Martello desde donde se avista la bahía de Dublín. Joyce se hospedó en este lugar con su amigo Oliver St Gogarty, al que describió en su obra como el personaje de Buck Mulligan. Asimismo, en los locales Promenade Café y Bewley’s Café, se podrá disfrutar de auténtica comida de la época eduardiana, mientras algunos actores recrean la escena del desayuno de la novela.

Para continuar el recorrido, el Centro James Joyce organiza paseos y tours guiados cronológicamente para conocer las localizaciones principales de la novela. Los visitantes que deseen ir por libre, podrán descargarse el “Mapa de Ulises” (
http://www.visitdublin.com/pdf/ULYSSES-MAP.pdf) para seguir los pasos de Leopold Bloom por muchos de los edificios públicos, iglesias y bares mencionados en la obra que todavía existen. Entre ellos, destacan lugares tan interesantes como el Museo de los Escritores de Dublín en Parnell Square; Newman House en St. Stephen’s Green, así como la Biblioteca Nacional de Irlanda en Kildare Street, que acoge una importante colección de manuscritos y documentos del escritor dublinés.

En el Bloomsday, y algunos antes o después porque las fiestas duran hasta una semana, muchos se vestirán como lo hacían los personajes de Ulises a principios de siglo y participarán en los festejos que tienen lugar en torno al Bloomsday que se celebran desde hace ya 60 años (más información en 
http://jamesjoyce.ie).

Un autor controvertido
En todo caso este rendido homenaje, único en el mundo, que Dublín rinde a su escritor más emblemático, es bastante insólito y se trata de un amor no correspondido. Joyce acabó odiando Irlanda en general y Dublín en particular, de hecho vivió gran parte de su vida fuera de ella e incluso no quiso ser enterrado en la capital irlandesa. Por la otra parte, los irlandeses guardaron, hasta no hace tanto tiempo, bastantes reticencias hacia Joyce. De hecho sus obras llegaron a estar prohibidas durante años en la 'isla esmeralda', cuando el escritor era un símbolo de Irlanda en el resto del mundo. El autor fue calificado de pornógrafo y su colega y compatriota Virginia Woolf dijo que nunca había leído tal basura. Alguien comentó también que es la obra menos leída y de la que más se habla y sigue considerándose una de las obras maestras de la literatura inglesa.

Pese a todo, Dublín, declarada Ciudad de la Literatura por la UNESCO, atrae cada año cerca de 3.000 visitantes, más de la mitad de ellos provenientes del extranjero, para celebrar el festival literario dedicado a Joyce. Por su parte, la novela Ulises de James Joyce es una de las más renombradas e influyentes y está considerada por algunos críticos la mejor obra de habla inglesa del siglo XX. Y es que, según explica el escritor Javier Reverte en su recién publicado libro “Canta Irlanda”, la isla esmeralda es un país de escritores a los que el pueblo irlandés ama más que a sus santos o a sus políticos. En este libro de viajes se reúnen y confunden el lirismo y la aventura y el autor pone un especial y afectuoso acento en la idea que tienen los irlandeses de su patria y de sí mismos, en sus mitos, su poesía, su música, sus canciones y el peso que, en Irlanda, tiene la leyenda sobre la realidad.

Recorrido por Dublín
Cualquiera que hoy en día visite Dublín, siguiendo la recomendación de Jetcost, siente una enorme curiosidad por saber quién era Ulises. Es difícil dar un paso por la ciudad sin encontrarse con una escultura dedicada a Joyce, una placa recordando uno de los pasajes de la novela, algún monumento recreado a sus personajes, libros y recuerdos con su efigie por todos lados y, si por casualidad, se pasa por alto su ubicua presencia, en la oficina de turismo preguntarán invariablemente si ya conoce la ruta Joyce. El propio Joyce dijo que si alguna vez se destruía Dublín podría ser reconstruida piedra a piedra, siguiendo los pasos de su novela.

Para algunos visitantes, la única Dublín que existe es la de Ulises y se obstinan en revivir ese extraño vía crucis, cargado de referencias literarias y docenas de pubs. Nadie ha contado el número de pubs que tiene Dublín pero la voz popular dice que hay más de mil. Joyce escribió que ante la imposibilidad de cruzar la ciudad sin pasar por uno de ellos, lo mejor era conocerlos en profundidad, y así sus personajes pasan por The Oval en Abbey St., por Mooney, que se ha transformado en Abbey Mooney, cruzan el río Liffey que él llama Anna Livia (en O’Connell St. le han construido una fuente en forma de mujer) y llegan a Duke St. En esta pequeña calle sigue habiendo una gran concentración de pubs.

Y es que lo mejor de la capital de Irlanda sigue siendo sus pubs. Los ingleses los inventaron pero aquí en Dublín han conseguido una idiosincrasia que los hace únicos e irrepetibles. En ellos la gente se reúne, discute, canta y cuando le apetece, toca algún instrumento de música sin previo aviso, sin olvidarse nunca de mantener las rituales rondas de cerveza negra Guiness. Cada miembro de un determinado grupo tiene que pagar una ronda antes de proseguir a un nuevo pub. Afortunadamente, se sirven comidas y las borracheras no suelen ser inmediatas. Si no se conoce a nadie, una buena forma de introducirse en ese mundo es a través de un Pub Crawl. Consiste en una "visita guiada" a media docena de pubs acompañados de un par de actores o músicos que al mismo tiempo que van contando la historia de la ciudad, de sus escritores y cantantes, consiguen transmitir el verdadero espíritu de Dublín, guardando celosamente en los mil y un pubs. Sería imposible ir a todos, pero un buen vía crucis (The stations of the Cross lo llaman los dublineses), recomendado por Jetcost, debería al menos pasar por el Brazen Head (20, Lower Bridge St), el más antiguo de todos, por el Mulligan's (en Poolberg Street), por O'Neill's (en Sulffork St.) y por el O'Donoghue's (Merrion Row). Con esos nombres y rodeados de alegres y rubicundos contertulios irlandeses, será casi imposible olvidar donde nos encontramos, por muchas pintas de espumosa Guiness que aguante el cuerpo.

Ciudad de contrastes
Dublín es una ciudad llena de contrastes y contradicciones. Tan pronto se está en una elegante plaza georgiana como St. Stephen’s Green, para encontrarse unos metros más adelante con zonas de acusada pobreza y marcado abandono. La ciudad está delimitada por dos grandes canales y partida en dos por el río Liffey. Dicen que la zona norte es la de la clase obrera y la sur la de los ricos. La realidad es matizadamente distinta. En el norte el interés se concentra en O’Connell St., columna vertebral de la ciudad y donde posiblemente queden el mayor número de recuerdos del mundo de Joyce y de la Independencia. En el sur están las mejores plazas georgianas, el barrio bohemio del Temple Bar, la calle peatonal de Grafton St. y las principales instituciones oficiales. Curiosamente lo mejor de la ciudad arquitectónicamente es su herencia británica, sobre todo lo que queda del siglo XVIII, cuando Dublín era la segunda metrópoli del imperio y los mejores arquitectos de su tiempo fueron invitados a construir suntuosos palacios, monumentos, puentes sobre el Liffey y ambiciosos proyectos urbanísticos.

Hoy se intenta olvidar ese pasado disfrazando los antiguos edificios de la nobleza angloirlandesa con nombres gaélicos. Hay una verdadera obsesión por implantar una lengua que prácticamente nadie utiliza pero que parece enriquecer unas recientemente encontradas señas de identidad. Que nadie se sorprenda cuando le digan que el nombre oficial de la capital de Irlanda no es Dublín sino Baile Atha Cliath. El parlamento es el Dail, al primer ministro se le llama Taoiseach y a nivel práctico no hay que olvidarse que a la policía se la conoce por Garda y, si se necesita un servicio con urgencia, hombre es “fir” y mujer “mna”.

Literatura y monumentos
La tradición y el amor por la literatura de los dublineses se refleja en las numerosísimas librerías y en el cuidado que suelen tener con los edificios relacionados con algunos de sus grandes escritores. No sólo se pueden seguir los pasos de Joyce, sino también los de otros muchos novelistas y poetas. Nada menos que tres de sus hijos han conseguido el Premio Nobel de Literatura: G. Bernard Shaw en 1925, W.B. Yeats en 1938 y Samuel Beckett en 1969. Y aún habría que citar a Oscar Wilde, a Swift, el autor de “Los Viajes de Gulliver”, sin pasar por alto a dramaturgos como Synge o O’Casey que han tenido en el Abbey Theatre, desde 1904, un foro permanente donde dar a conocer sus obras.

No hace falta ser admirador de Joyce, empedernido o en potencia, para disfrutar de Dublín, en junio o cualquier otro momento del año. Se trata de una ciudad con numerosos alicientes para el turista. Hay que adentrarse en el Trinity Collage, recomienda Jetcost, la universidad capitalina fundada en el siglo XVI, en la que estudiaron alumnos tan sobresalientes como Oscar Wilde, Swift o Samuel Beckett. Entre sus elegantes estancias destaca la biblioteca, que alberga el 'Libro de Kells', un códice miniado medieval y una de las joyas celtas más conocidas mundialmente). Visitar al menos dos de los museos que destacan sobre el resto: el Museo Nacional y la Galería Nacional. El primero hace un recorrido por la historia irlandesa desde la Prehistoria a la independencia, con abundancia de piezas celtas y vikingas, y el segundo es la mejor pinacoteca del país, con cuadros de Caravaggio, Rubens, Vermeer, Goya o Velázquez.

Situada bajo la protección del santo patrón de Irlanda, la Catedral de San Patricio es el principal templo de la Iglesia Protestante de Irlanda y data del siglo XII, aunque ya existía una capilla con anterioridad. En ella están enterrados Swift y su amada Stella. La otra catedral protestante de Dublín es Christ Church, del siglo XII. No muy lejos, nada está lejos en Dublín, se encuentra el Castillo de Dublín, que ha sido testigo de la historia de la ciudad y símbolo de la dominación inglesa y también al lado se halla Temple Bar, uno de los barrios más populares tanto para locales como para visitantes por el aire bohemio de los restaurantes, bares y tiendas diseminadas por sus empedradas calles, donde en verano se celebran festivales al aire libre.

Un ambiente más auténticamente irlandés y proletario es el que se respira en Las Liberties, uno de los barrios habitados más antiguos. En sus pubs es posible beber una buena pinta y conocer la verdadera idiosincracia de los irlandeses. Algunos son lugares habituales de reunión llenos de historia, como Kehoe's, The Long Hall, Neary's, Ryans o Doheny and Nesbitt's. En todos ellos se sirve la popular cerveza negra Guinness, cuya fábrica puede visitarse y que justamente este año celebra el 250 aniversario de su fundación.

COMO IR:El buscador de vuelos y hoteles baratos Jetcost ha encontrado vuelos directos desde una veintena de distintas ciudades españolas, entre 72 y 176 euros, sobre todo de la compañía de bajo coste Ryanair. Y dos docenas de hoteles con precios ¡desde 9 a 20 euros!, además de muchos otros.

Más información: www.ireland.com

Sobre Jetcost:Jetcost es un buscador de precios baratos de vuelos, hoteles y alquiler de coches. Esto quiere decir que comparamos los precios ofrecidos por las más de 250 agencias de viajes y líneas aéreas para encontrar los mejores precios para cada viaje. Una vez has decidido en Jetcost qué viaje deseas hacer, sólo tienes que hacer clic en el precio que mejor te convenga y en ese momento serás redirigido a la página de la agencia de viajes en la cual realizarás la reserva de tu vuelo, hotel o alquiler de coches.

lunes, mayo 12, 2014

Hotel RIU Guaraná. Olhos de Agua, Albufeira (Algarve.Portugal)


Hemos podido disfrutar de un gran fin de semana en el RIU Guaraná en Albufeira. El entorno del hotel ,situado en Olhos de Agua, nos remonta al ambiente de antiguos pueblos pesqueros, rodeado de hermosos acantilados y la gente mas amable y cordial.



El Hotel ofrece un paquete Todo Incluido a un módico precio,con un buen bufet y bebidas de todo tipo. Realmente está planificado para el descanso familiar,con piscinas y juegos para niños, incluso con una guarderia llamada Riuland.

Pese a ser un gran hotel de mas de 500 habitaciones y no ser el tipo de hotel que nos ha gustado siempre, reconocemos que para los niños es un paraiso, y que ofrece la posibilidad al viajero de disfrutar de sus vacaciones sin salir del complejo.


Lo mas importante del RIU Guaraná (4*) es la atención del personal del hotel. Desde la recepción hasta el servicio de limpieza, la atención es cuidada y personal, lo que supone un plus añadido al "Todo Incluido". El hotel ofrece servicios de Wellness y Spa, además de piscina cubierta.
Durante todo el día hay una divertida animación, con juegos participativos ,y por la noche el ambiente se traslada al teatro con Disco Infantil y concursos para los adultos.Para los mas trasnochadores disponen de una discoteca hasta las 1.30.


Un paseo por los alrededores del Hotel resulta bastante agradable e interesante. Por un lado podemos bajar a la playa por la calle principal  que bordea el complejo, paseando por casas antiguas coronadas por las famosas chimeneas del Algarve. Una pequeña cala llena de pequeñas barquitas listas para la pesca nos espera al final del camino.
Si bordeamos el hotel por el este accedemos a otra cala tras bajar un gran escalera de madera, que está planteada como un paseo Natural entre pinares y arena, con multitud de miradores en su trayecto.


Volviendo al hotel, éste dispone de un Gran Salón Restaurante, y dos restaurantes temáticos (asiático y grill),con bastante éxito entre los clientes. Por cierto en recepción os proporcionan botellas de agua gratis, ya que el consumo no es muy adecuado en la zona.Las habitaciones son espaciosas y bonitas, aunque no disponen de WIFI en ellas,solo en recepción durante 45 min al día.


Se trata de un destino altamente recomendable para descansar en pareja o disfrutar en familia de unas vacaciones.