viernes, marzo 19, 2010

El Cementerio de La Recoleta. Buenos Aires.

Eso es: la muerte convertida en atracción turística. Miles de vivos visitan todos los días a los muertos y el paseo confronta ásperamente los latidos del viajero con el silencio final de esos hombres y mujeres convertidos en polvo. ¿Esa recorrida tiene un costado morboso? El cementerio —un conjunto armonioso de calles, senderos, flores y lápidas— ofrece necesariamente segundos de desolación y sin embargo atrae, quizá porque el tiempo y la desesperación han dejado de correr en esos melancólicos senderos; allí se palpita un tiempo distorsionado y una demoledora certeza: todo se perderá, todo termina en polvo y cenizas. Entonces, ¿qué hay allí que atrapa a los viajeros? Decenas de personas geniales mezcladas con desconocidos, todos abandonados al silencio.
Por esos pasadizos llenos de adioses circula hoy un ejército de turistas del tercer milenio que mira obsesivamente las sepulturas, saca fotos, deja una flor que se marchitará inexorablemente.
Los vivos y los muertos forman un raro collage de destinos inciertos. Flores frescas y flores secas.
Juan Bedoian (Clarin)
 


No podemos dudar que los cementerios se están convirtiendo en atractivos habituales el todas las guías de viajes de las principales ciudades del mundo. Londres, París, Pisa, Arlington (Virginia), o Sevilla, son sólo algunos de los destinos que incluyen sus camposantos en los recorridos turísticos habituales. Hoy empezaremos por el Bonaerense de "La Recoleta", a ver que os parece.

Fue el primer cementerio público de la ciudad; hoy es el más elegante y aristocrático. En sus casi seis hectáreas están sepultados próceres de la Independencia, presidentes, políticos, militares, científicos, artistas y celebridades.

A principios del siglo XVIII, los monjes recoletos se instalaron en los terrenos, donde en 1732 levantaron la Iglesia del Pilar, una de las más antiguas que conserva Buenos Aires.
En 1822, luego de la expulsión de los monjes como consecuencia de la reforma General del Orden Eclesiástico, el huerto del convento se convirtió en cementerio público.

Su trazado es obra del ingeniero francés Próspero Catelin, y fue remodelado en 1881 durante la intendencia de Torcuato de Alvear por el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo. El escultor italiano Giulio Monteverde realizó el Cristo que preside la capilla.

En Recoleta están los restos, entre otros, de los caudillos y enemigos políticos del siglo XIX Rosas y Quiroga; de los presidentes Sarmiento, Mitre, Yrigoyen; de la primera dama y líder política Eva Perón; de los escritores José Hernández, Bioy Casares, Silvina Ocampo (esposa del anterior), Girondo, Mallea; de los ganadores del Nobel Federico Leloir (de química) y Saavedra Lamas (de la paz).
Muchas de las bóvedas y mausoleos son obra de importantes arquitectos y están adornadas con esculturas. Más de 90 bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional.
 
La bóveda de la familia Duarte es la más visitada, ya que el personaje de Eva Duarte (pinchad el link si quereis saber la increible historia del cadaver de Evita), conocida a nivel mundial, despierta la curiosidad de acudir al lugar donde su cuerpo logró la paz del descanso eterno, después de algunos años de fallecida y de haber deambulado su cadáver por diferentes lugares. En la puerta de acceso siempre hay ofrendas florales y cartas de todos aquellos que la admiraron.

Os dejo este interesante enlace para los amantes de las historias curiosas, que en ésto de los muertos y sus sepulturas,abundan y mucho.

1 comentario:

Recoleta.com.ar dijo...

Qué buenas historias! Acá hay más: http://www.recoleta.com.ar/articulo-blog/apuesta-la-medianoche

Saludos!!!